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Y para cerrar esta crónica con broche de oro, Celia Montealegre, une fort jolie femme.
1905 abrazador caidas entre los rayendo entre vieron nues. aparecer la victa España, ijas, las floreiérica latina.
Para terminar diremos que, las atenciones y finezas que las señoras recibidoras dispensaron nuestra sociedad en esa noche, fueron dignas de quienes portan por nombres: Anita de Nanne, Antonia de Hernández, Rosa de Herrero, Adela de Jiménez, Lola de Martin, Anita de Hine y Angela de Bonilla. También nos cabe el placer de consignar aquí el nombre de la siempre muy distingnida señora Clemencia de Argüello, y todas ellas enviamos nuestras felicitaciones por el modo de cumplir con su honroso cometido.
Asimismo enviamos nuestras más entusiastas felicitaciones los señores miembros del Comité, señores Francisco Aguilar B, Luis Anderson, Jaime Carranza, Manuel Jiménez, Pedro Loría, Gregorio Martin, Oscar Rohrmoser y Guillermo Coronado, quienes pueden estar ufanos por la brillante fiesta que les resultó en el Nacional.
La música, dirigida por la batuta mágica del maestro Di Gesú, fué la nota más sobresaliente, después de nuestras bellas.
e su ídolo, inras simpatías que así lo meo entusiasmo estro espíritu na se impreos colores de «Adiós, oh noche azul de las hermosas ilusiones! Huye en tu negro bridón, mientras yo pienso en la mujer que amo, en mi pálida Mig11ón. para quien guardo las pobres flores que respetó la escarcha en el jardín y las últimas perlas que han quedado en mi escarcela de errabundo trovador. mos deseado, iestras bellas. sido invitapero siempre JAJALJIT esa noche elita Montea(acia arriba Oriental las admiratoilette ines raffinées.
de un niño.
ina linda ma. Oh voces silenciosas de los muertos!
Cuando la hora muda y vestida de fúnebres crespones, desfilar haga ante mis turbios ojos sus fantasmas inciertos, sus pálidas visiones. Oh voces silenciosas de los muertos!
En la hora que aterra, no me llaméis hacia el pasado obscuro, donde el camino de la vida cruza los valles de la tierra.
Oh voces silenciosas de los muertos!
Llamadme hacia la altura, donde el camino de los astros corta la gélida negrura; hacia la playa donde el alma arriba llamadme entonces, voces silenciosas, hacia arriba. Hácia arriba! ASUNCIÓN SILVA. Te acuerdas? Una tarde me dijiste. Si yo te regalara mis cabellos, qué harías tú con éllos? yo te respondí, pálido y triste. Si una ave fuera yo, niña adorada, formaria en un árbol florecido, con tus rubios cabellos blando nido!
Si fuera el claro sol de la alborada, en vez de aúreos destellos, lanzaría al espacio tus cabellos!
Si fuera vo la ondina de una fuente, haría abanico en esta hora, para aplacar el fuego de mi frente!
Más, como soy el trovador que llora, le pondría por cuerdas más vibrantes, tus cabellos flotantes mi lira sonora!
JULIO FLORES ser estimadas Sidney Jones 963
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