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Pustradas su hijo querila frente, ya is tiernos que dos de aquepronunciaban nuestra existencia, busco las caricias inocentes de aquellos niños que, todas las tardes, al llegar casa, me salían al encuentro, abrazándome las rodillas y obligándome llevarlos en brazos, deseo recibir un beso.
uno de los besos de tus labios que eran el premio más valioso que mis fatigas podían recibir.
Solo, sin amigos, sin más consuelo que la distracción que me proporcionan los libros de matemáticas, no encuentro en ningún sitio la paz necesaria; la alegría de los demás me hace daño y la tristeza de los desventurados aumenta la melancolía de mi existencia.
No te extrañen mis quejas; deja que desahogue mi pecho y que, de esa manera, crea que estoy depositando mi cabeza fatigada en tus regazos y que tu mano, que tantas veces besé, acaricie mi frente que arde.
Quieres mis impresiones. He recibido tantas que me es casi imposible coordinarlas. Sinembargo, para calmar el ansia que dices que se apodera de tí cuando no recibes carta mía, te enviaré muchas, sí, muchas cartas cada una de las cuales llevará el inmenso cariño que profeso mi familia y en cada una de ellas verás las ideas que despiertan en tu hijo las cosas de la bella Italia.
Criticaré vicios nacionales, elogiaré virtudes cívicas y haré comparaciones con las costunbres, las virtudes y los vicios sobre todo los vicios de aquel pueblecito que allá, en un rincón de la América duerme. duerme mientras la tropa bulliciosa del progreso pasea su hermoso estandarte rojo por las florecientes regiones europeas.
ificarse para nde llegaban los encantos aquel com pa bella, gralágrimas que on y besaba es el porvenir us corazones. término aría grabada conocidos, al iversidad fas que enconle las cuales le dijo con sabes que que viene de ñará todas es para que, cribes y que las cosas y Ayer domingo, bajo un cielo encantador, sintiendo la caricia voluptuosa de la primavera que comienza, salí dar un paseo por los jardines Margarita en donde la banda de un regimiento de bersaglieri acostumbra dar conciertos. Los jardines son grandísimos, bien cultivados y bien mantenidos. Como que es el pueblo mismo quien se encarga de velar porque sus jardines presenten un hermoso aspecto! Nadie estropea las plantas, nadie pisotea el césped y ninguno sabe llevar en su vestido una rosa, un clavel, wa violeta un pensamiento cortado en aquel sitio. No existen aquellos anuncios que parece que, primera vista, lacen presente la poca cultura de los ciudadanos cuando dicen quien visita el parque: es prohibido cojer flores y subir al zacate.
Enmedio del jardín un lago hermosísimo por el cual, todas horas, se deslizan barcas pequeñas que llevan parejas de enamorados grupos de estudicntes alegres. Es muy corriente sentir al compás de los remos las bellas canciones populares italianas: la ciociara, la campognara y otras muchas que dicen al alma lo que siente el alma de quien las entona. Ya paseando por las alamedas, ya sentados a la sombra de los árboles del jardín, ya en pie alrededor del chalet en donde los músicos arrancaban sus instrumentos las armonías de Verdi y Rossini, de Wagner y Mozart, de Thomas y Berlioz, los habitantes de la ciudad escuchaban con atención aquellas manifestaciones del arte que, en su patria, ha alcanzado tanto desarrollo.
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