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Sin poder enumerar todas las medidas de progreso que al señor González Víquez se deben en ese período, queremos decir solamente que fue este Ministro el funda lor de la prensa ilustrada en el país. En efecto, solicitud ite la misma persona que hoy dirige este perió lico, el señor González Víquez, con prontitud y diligencia que decía su entusiasmo por todo esfuerzo, así fuese humilde, en favor del arte, dispuso que, por cuenta del Estado, se editase en la Tipografia Nacional la revista de ciencias y letras que llevó el nombre simbólico de Costa Rica Ilustrada, en donde colaboraron las mejores plumas que en aquellos días daban vuelo la incipiente literatura nacional.
En 1888 dejó el Ministerio el señor González Víquez y ese mismo año emprendió viaje a España, en donde, por encargo del Gobierno, se dedicó hacer estudios para esclarecer nuestros derechos al territorio que por entonces le disputábamos a la República de Colombia. Sería erróneo suponer que el señor González Víquez entraba ahora por primera vez en ese género de investigaciones, pues él. siempre fué dado escudriñar los secretos de la historia patria entre el polvo de los archivos El Ministerio de Relaciones Exteriores conserva el informe documentado que el señor González Víquez hubo de formular como resultado de su inquisición acuciosa en los archivos de España, documento que no sólo denuncia paciencia benedictina sino también sagacidad y sindéresis de crítico. En 1889, es decir, un año después, regresó de Europa, y ese mismo año entró, como Ministro de Relaciones Exteriores, formar parte del gabinete organizado por el Licenciado don Ascensión Esquivel al asumir el mando que en él depositaba don Bernardo Soto. El Ministerio del señor González Viquez duró esta vez lo que duró el Gobierno interino del Licenciado Esquivel: tres meses.
Electo don José Rodríguez Presidente de la República, tocóle al señor González Víquez figurar en las filas de la oposición, no tanto porque ese era el puesto que les correspondía de fuerza a los miembros del partido de rrotadu en las elecciones, cuanto porque el nuevo Presidente se conducía con manifiesta y censurable veleidad en sus relaciones con la Constitución. Junto con otros costarricenses de nota, vino el señor González Víquez en 1892 tomar asiento en la Cámara como representante de Alajuela; allí también se distinguió el señor González Víquez por la energía de su carácter, por la seguridad de sus convicciones y por su espíritu moderado, el cual fué particularmente sometido prueba al discutir el proyecto de ley que restablecía la enseñanza religiosa como asignatura de Estado en las escuelas oficiales del país. Con serenidad, con entereza, lleno de canvicción, sostuvo el señor González Víquez la tesis de que el Estado tiene u deber de dar enseñanza religiosa en las escuelas que el contribuyente católico sostiene con su peculio.
La defensa de esta tesis es un documento que acredita ei vasto saber y la rectitud del autor. Por otras razones, el Gobierno del señor Rodríguez cayó en conflicto con la Cámara y ésta fué disuelta en el mismo año de 1892. El señor González Víquez se retrajo con dignidad de la vida pública Sin dejar de influir con su consejo, que nunca rehuso cuando le fué sin ceramente pedido, en los negocios del Estado, el señor González Víquez no aceptó ni ocupó puesto alguno durante la administración de don Rafael Igiesias. La intervención del señor González Víquez en los menesteres de ese Gobierno fué sólo la de un patriota que presta desinteresadamente su concurso para llevar a cabo propósitos nobles y cuya realización acarrea un bien para el país. Citemos un caso no más: declarado legítimo de toda le1490
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