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raza elegancia. Nótase en esto el espíritu de la vieja estirpe española, que siempre supo mezclar el arte con los actos de fuerza. Recuerdense, sino, los torneos. El público josefino conoce poco todavía esta clase de sport, y causa de ello, sin duda, no fue muy numerosa la concurrencia que en él había, pero que siguió con interés simpático los accidentes de la batalla. Tampoco para mi era conocido ese interesante deporte; en general, costarricenses sabemos más de las cosas atañederas los países sajones que de las pertenecientes al terruño de origen.
Los sports sajones, por ejemplo, nos son casi familiares, y, en cambio, apenas tenemos noticias del hermoso juego que acabamos de presenciar con orgullo de Porque el juego de pelota reune, mi juicio, todas las condiciones educativas que con razón se atribuyen a los juegos de procedencias exóticas: fortalece todos los miembros con un ejercicio simultáneo y promueve confianza en las propias fuerzas. Estas dos aptitudes le permiten competir por sí solas con cualquier juego de extranjis; y me expreso de este modo, porque para mi todo lo español es de casa. Vivimos con la boca abierta, como en éxtasis, ante los adelantos que nos trae la ilizac extranjera; buscamos lo que menester solamente en los países donde predomina el sajón; pero es porque ignoramos que en la vieja España existen cuantos elementos son capaces de producir cultura allí donde la civilización moderna está aún por hacer. Sin embargo, Espana, lo digo con sentimiento, es aún más culpable que nosotros por esa situación de interioridad en que, como potencia civilizadora, se halla aquí con respecto a las otras nacio¿Por qué? Porque no se ha empeñado cual convenía sus intereses en trajinar con estas repúblicas. El comercio ha sido en todas las épocas el mejor agente de civilización. Por el comercio han ganado lugar influencia entre nosotros las naciones de estirpe sajona. Promueva España un comercio activo y en grande con estos países y verá renacer en ellos el auge y el brillo de nuestra raza gloriosa. Mientras tanto, regocijémonos, que para ello hay motivo, cuando, como en el juego de pelota, la vemos aparecer con empuje que denuncia juventud, brio y airor de combate.
nes, La fiesta La fiesta escolar que se verificó el 14 habría bastado para acrediescolar tar en cualquier momento la cultura de nuesca patria; porque el adelanto de un pueblo no mide hoy en día por el número de cañones que tiene sino por el número de niños que educa. En efecto, cada niño educado representa un poder consciente destinado a ganar honrosos premios en las lides pacíficas de la civilización. Nada tan natural, así, como que el Gobierno de esta República sin soldados hiciese una exhibición parcial de las fuerzas que fía el triunfo sin ruido de sus ideales. Pero esa fiesta infantil tenía, además, otra significación: sí, significaba por modo claro que este país sin ejército contempla en la paz el mayor y más dulce de los bienes sociales. Estuvo, pues, el Gobierno muy acertado al reunir en esta ocasión a los escolares de San José para cantar el día de la patria y para rendir homenaje a los ciudadanos que vienen a establecer en honrosa pleitesia el reinado de la paz centroamericana. El Gobierno sabía, por otra parte, que no hay cosa que la niñez no preste un encanto sublime, porque ella se interpone entre nuestros ojos marchitos y la áspera realidad de la vida, como un pedazo de cielo azul en que juguetean los angeles con alegria bulliciosa.
La participación de los niños en esta Colemnidad no podía cor, por lo tanto, mas oportuna. La fiesta, que, por lo demás, estuvo muy bien organizada y muy bien dirigida, se verificó en la plazoleta que se extiende frente al edificio metálico.
1807
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