Guardar

El fonógrafo Articulo escrito en francés para Paginas Testradas, y traducido por DANIEL URANA En la vieja Europa, en la América casi adulta, y en el Japón aún niño, el fonógrafo es un juguete, un juguete maravilloso, pero nada más; sin embargo, que haya sido promovido al rango augusto de las divinidades por alguna población del sanguinario y fetiquista Dahomey, no tiene nada que deba sorprender. No adoraron nuestros antepasados en tiempo del muérdago sagrado y de los druidas blancos de hoces de oro la grandiosa majestad de los bosques; no imploraron la voz terrible de los torrentes que mugen en el fondo inexpugnable de quebradas llenas de malezas; no se prosternaron amedrentados ante el sterio enorme de la época del rayo desgarrando su zig zig de fuego los. arrones sombríos? Ahora bien, el fonógrafo para un cerebro abrupto de tu lodita es seguramente un problema, por otra parte congojoso en su sencillez.
Los antropófagos de Béhauzin no son más cultos que nuestros padres antes de Clovis (y no es este el método dinámico del administrador Toqué que logrará hacerles entrar en la vía de la moderna civilización. juzgad con qué saltos endiablados, con qué rondas desenfrenadas, con qué admiración prosternada rodearán ellos al explorador que les paga la visita provisto de la caja parlante!
Todo se vuelve cálculo muy aproximado, en verdad; basta recordar la estupefacción que provoca, tanto en los campos como en los grandes centros de nuestra Francia, la aparición del minúsculo aparato que reproduce la voz humana. Entretanto, nosotros, los que seguimos día por día el progreso; los que demandamos todas las mejoras que nuestros sentidos refinados por una intelectualidad más delicada y todavía más simple también, hemos venido y preparándonos lentamente, sin violencia, sí, pero sin interrupción, sin detenimiento, tan milagrosa invención: el teléfono hacía prever el fonógrafo. un poco! Hemos asistido la evolución de la ciencia práctica, desde la marmita de Papin hasta la Mercedes 1905; después los signos de Chappe hasta el Morse y hasta el sin hilos de Marconi; luego el cliché tosco de Daguerre, hasta el cinematógrafo. hemos visto todo esto y fuimos sobrecogidos de extrañeza.
La exposición de 1900 vió en salones guarnecidos de vidrieras, grupos abigarrados de pirenaicos, bocerones, cedenenses, lo mismo que de cantalons. donde se embromaban de admiración delante del fonógrafo reproduciendo el Valse Asul o los Dragones de Villars.
Pitou quedó allí sofocado y el heróico Dumanet el mismo que con el sólo fin de decir su acción al buen muchacho que le imbuía, en tono tan marcado, injurias la oreja, hacía trizas la caja de caoba del teléfono fué aturdido por este pabellón metálico que hablaba como el Colón o el Capiston.
El alma sencilla del soldadito vosgo, bretón limosino, se turbaba, irritado, ante el milagro, y agrandaba sus ojos; fijo, y sin serenarse del todo, crispaba su mano en la vaina de la bayoneta mientras intentaba hacer un largo saludo militar.
1880

    FranceViolence
    Notas

    Este documento no posee notas.