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los. apaches, y como movidos por un resorte todos los demás, se agacharon y cogieron, cada uno un ejemplar, al compás de grandes risotadas.
de las risas que hacen nacer las ideas de las cosas raras incomprensibles, hasta que quedó repartido todo el montón.
Tomad, hombre, tomad: no cuesta nada me decía aquel sujeto antes tan indignado y ahora tan sereno. Tened, coged uno. Ved de qué manera hoy leeré el periódico sin que me cueste nada.
Le miré despreciativamente sin contestarle y seguí mi camino. Así es, y así debe ser pensaba. Es el pequeño, el pobre, el bueno, el inocente quien ha de verse perseguido: los que gritos defienden la moral.
Yá mis oídos vibraba aún la voz de aquel hombre: Son ladrones! Estos os roban lo que os pertenece, lo que ha de ser respetable para todos. Ladrones, ladrones. Por la traducción, César Nieto Para los aficionados los estudios médicos CUIDADOS DE LA CABELLERA No hay mejor tónico para el cabello que la luz del sol. Luz del sol, pura, libre, natural. Ésta tiene más potencia que cualquier compuesto combinado en el laboratorio químico, y es más eficaz que todas las drogas que se encuentran en las boticas de los farmacéuticos.
Siéntate afuera, la luz del sol, una hora diariamente. Alójate el pelo y deja que el sol le penetre y el aire lo oree, pasando a través de él. En los días de verano anda sin sombrero tanto como sea posible. El cabello necesita ventilación para conservarse sano.
No hay peligro de asolearse demasiado el pelo. La asoleada le devolverá su color normal, y aunque se queme un poquito esto no le perjudicará. Lo quemado se quitará pronto.
La ventilación y la luz del sol todos los días, no sólo conservan el cabello suave y limpio sino que hacen que el cuero cabelludo esté sano también. El sol cura pronto cualquier enfermedad del cuero cabelludo y lo tendrá sano y activo, y un cuero cabelludo y sano hace el cabello fuerte y bello. No hay peligro de que se caiga el pelo, de quedar calvo, si el cuero cabelludo está bucno.
Lávate el cabello tres o cuatro veces por semana con agua caliente y con jabón bueno y puro. No uses nada más. Enjuagalo completamerte con agua tibia y siéntate afuera y deja que el sol y el aire lo sequen. en invierno sientate en una ventana en donde dé el sol, hasta que se seque.
Acepillate el pelo todos los días cien cepillazos, como solían decir nuestras abuelas, lo harán suave y lustroso como la seda.
2007

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