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EL Et 11 RL i e humano, es decir, más ardientc. previsor y malicioso en sus amores con Matilde desde que el primo Beltrán Urdaneta empezó intimarse con ella, con tanta mayor razón, cuanto esta es mujer de deslumbrante her.
mosura. él su novio y esti. por otra parte, probado, con más argumentos de los que fueran menester, que se engañan y se ha enganado siempre los que creen que los primos son animales sin sexo. Mas esto no lia de ser lunares, sino acaso resuìtante de exigencias pasionales de nuestro gusto caprichos de nuestro criterio literario. Oiros dos personajes hay en El Trimo: don Agapito Mendoza don Eduardo Cartín, dos pícaros con fama de honrados, dos bandidos de levita con gran privaiza social, dos zorros infames de la cofradía de Monipodio calificados de honorables, des malhechores de tomo y tomo capaces de sacar single del pecho de un crucifijor quedar my pagado de su hazaña. Don Eduardo, sobre todo, es un hombre lionrado de los que se usau lios, de los que pagan diez cuando se roban ciento; cuya fonradez, dice el novelista, como hay muchas, no resiste la más ligera raspadura. sin que la bellaquería quede de manifiesto. el realismo de El Primo? Pues (lel. buena leg: de celebrar es el fino gusto y arte con que el novelista desarrolla la narración y la lleva orillaudo escabrosidades hasta el punto en que deja al lector la responsabilidad de su propia malicia. cuando, mal de su grado, la de completar el mismo tal cuadro episodio apenas diseñado finamente velado con tacto oportuno y exquisito. Los amores de Petrin. el afortunado primo, con Matilde, se desenvuelven en campo de discreción y disimulo; y aun la catástrofe misma. trágica y desgarradora. necesariamente escandalosit. llega con cierta gravedad que reaiza sobremanera su interés.
La tesis conclusión inoral puede resumirse en estas palabras del libertino seductor Beltran Urdaneta: Acaso de habría aunado con tanta vehemencia si yo 110 estuviera casado? 110 sabe usted que los obs.
táculos son para el amor acicate que nos biere de continuo? se tignra usted que el corazón se refrena con simples fórmulas sociales? Cuando el corazói ama, ama porque sí. Quien sería el insensato que le dijera: no ames a esa mujer porque es rubia, porque es negra, alta baja. casada viuda: no ames ese lombre porque es lampiño, soltero, casado viudo?
Cada don Juan y cada doña Elvira pueden deducir de aquí para su uso personal la moral que mais les acomode. Cada padre y cada na dre pudieran fácilmente evitarse tormentos infinitos con sólo recordar, para cumpliria por supuesto, aquella sabia máxima de un gran conocedor de la flaca y misérrima naturaleza humana: lay que evitar las tentaciones. Hic labor est.
Un efusivo aplauso al ilustrado escritor costarricense por su excelente libro.
Pedro Montesinos 1lo le iنها 21or de el e Es El Tocuyo, Venezuela, mayo de 1907.
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