Guardar

con per arr aco que pell SOP rev nu de let е rel bie de lig Pa jo UN mer volumen Poemes Saturniens, qu. llamaron la atención, atrayéndole también la joven escuela (la llamada escuela decadente. Así estaba ya designado para formar parte de aquel Parnaso contempora.
neo que Lepelletier consagra un art culo, y convertirse con toda aquella banda poética en un asiduo de los salones de Mdme. Nina de Callias.
En 1869 publica, donde Lemerre siempre, su libro Fêtes Galantes que le consagraba poeta.
Mientras, continuaba su vida burocrática sin aspirar aumentos de sueldo, indiferente, y deseando apenas una existencia exenta de ambiciones, sin nada del arrivisme que mata nuestras burguesas nulidades.
El curso ordinario de la vida del poeta sufrió una interrupción: un cambio, una trasformacion completa motivada por el encuentro de la futura Mdmc.
Verlaine, Mlle. Mathilde Manté, y la guerra de 1870.
Verlaine no fué un Adonis, ni mucho menos. En su juventud. dice su amigo Lepelletier era de una fealdad grotesca; parecia no al tipo mongoloide como se ha afirmado, sino al mono, y tal originalidad no podria inspirar mujer alguna sino un sentimiento de repugnancia, de horror, de alejamiento. Sin embargo, Verlaine. como la mayoría de los poetas. tenía un alma tierna y amaba, y amaba amar. Un día la casualidad, esa causa desconocida que atribuimos tantos buenos y malos percances de la vida, le puso en frente de Ma lemoiselle Manté y como ella consintiera en conversar con él y en soportar las miradas de ardiente admiración prodigadas por el poeta, Verlaine enloqueció de amor. Ese coup de foudre hubo de llevarle al altar.
Desde el día de la promesa de casamiento el futuro autor de la Bonne Chanson, reformó radicalmente su género de vida, espejismo falar que precede tantas veces a las más tempestuosas vidas maritales. Próximo su casamiento estalla la guerra del 70. Su deber de soldado y de patriota le obligan a correr las armas y la ceremonia nupcial apenas celebrada y en plena luna de miel, Verlaine fué obligado ingresar en el 160: Batallón de Rapeé Bercy. La vida de soldado, las noches de guardia y los inconvenientes consecutivos tal existencia le impulsaron de nuevo hacia el fatal vicio de la bebida. Su mujer, que había convenido en ser la esposa de un simple empleado de oficina, no podia menos que revolverse contra aquella bohemia alcohólica. El organismo complicado del poeta le era inexplicable y de ahí vinieron las primeras desaveniencias, aquel fué el preludio de la disolución matrimonial. Libertado de sus obligaciones militares a causa de una bronquitis volvió a ocupar su puesto de empleado público. Indiferente a lo que lo rodeaba continuó en su puesto durante la Comuna sin tomar parte activa en el movimiento insurreccional. Cuando concluyó la Comuna y que comenzaron tomarse las medidas de represión, Verlaine enloqueció, se creyó comprometido en el movimiento y abandonó por completo su empleo.
Esa circunstancia le obligó a vivir en compañía de sus suegros, pero desocupado intranquilo se dió de nuevo a la intemperancia y lo que parecia inevihubo de suceder.
Verlaine adoraba en su esposa, la sola mujer digna de ese nombre que atravesó su vida, pero Madame Verlaine se alejaba de él. El nacimiento de su hijo Jorge no fué ya causa suficiente para restablecer la perfecta unión de aqucllocar y la presencia ma ladada de Arteo Ristaud no hizo más que procipitar la inevitable catástrofe.
pla liri cid ро ma de en dic ve al ות tr de fi de Arturo Rimbaud, cínico, aventurero y de carácter bizarro, fué sin duda, después del alcohol, el tropiezo más grande y más perjudicial que Verlaine enS 2776

    Notas

    Este documento no posee notas.