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El tribuno que extasía los pueblos con su elocuencia; el guerrero que con su espada. conquista liberta; el químico que a través del microscopio estudia el modo de aniquilar el bacterio que diezma la humanidad y el sabio que utiliza en la industria el rayo domesticado por Franklin, no son sino mendigos de la gloria que piden su limosna de mármol.
Vos, mendiga, estáis en el mármol codiciado, pero ahora hambrienta de nombre como antes de pan; continuáis siendo una de tantas; el niño de la estatua es feliz, porque no siente frío y seguramente tendrá más limosnas que el de carne porque así es el mundo.
Piedad para los vencidos de la suerte.
Laureles para el hábil escultor y una carcajada sarcástica y grosera para la vida cruel que engendra esas dolientes ironías. de León El envidioso Para Páginas Ilustradas Pálido el rostro. y el mirar adusto, expresión del espíritu protervo: labios que tiemblan, como el tierno arbusto, en cuyas ramas se posara un cuervo; Verdugo de sí mismo, el envidioso la humana compasión jamás merece: el ajeno dolor le hace dichoso.
y el más pequeño bien su mal acrece.
Es Satán, que maquina despechado de nuestros padres la fatal caída: es alevoz Cain. es el malvado Sanedrin, que Jesús quitó la vida.
Es aquel mandarin, baldón de españa, nube negra en el cielo de la Historia.
que persiguió, con inpotente saña, Colón, favorito de la gloria.
El envidioso, cual reptil horrendo, se arrastra de su víctima en asecho, y cautelosamente va vertiendo el tósigo que lleva dentro el pecho.
Pasión fatal, que siembra de dolores las escabrosas sendas de la vida: su solo aliento marchitó las flores, la tierra deja en yermo convertida.
Guan Garita Presb!
Octubre de 1907.
2795

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