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iuz rojiza se me ocurrió con cara de los niños cloróticos, flacos y panzuborracho.
dos que agitaban sus manecitas des.
carnadas y sucias; compadecido volvi la vista hacia el lugar donde gallardamente marchaba el voluntaAmanecia. El cielo despejado y se rio, levaba los ojos enrojecidos por reno e llenaba de Inz, el viejo sol el llanto, que en vano trataba de enviaba por detrás de los montes ocultar; un pensamiento misericorsus primeras flechas de fuego que dioso aleteó en mi cerebro y un prenimbaban las crestas de los cerros sentimiento trágico estremeció mi coronándolas de cro.
cuerpo. Armas discresión, paso Las cornetas ordenaban marcha.
de caminos. ordené; eché un tralos soldados con sus mochilas la go y al frente de la bandera empecé espalda se preparaban los oficiales trepar la cordillera. Sin saber por del Estado Mayor se movían de aquí qué. llevaba fijo en la memoria el para allá, ya cumpliendo órdenes cuadro del soldado que conteniendo bien despidiéndose de las señoritas el llanto dijo adiós los seres ama.
del pueblo que medio vestir se asodos de su corazón para ir a ofrecer maban las ventanas: los ordenan.
su vida zas cie los Generales hacían acopio por el color de una cinta en provecho de cualquier ambicioso, de aguardiente, chocolate y ciga Un general de división pasó cerca rros: en las esquinas las mujeres del de mí en su brioso corcel y relumbrapueblo se agrupaban curioseando si ron con el sol sus botas charoladas: lenciosas y juntas: de pronto, de uno le saludé y siguió: mi poble mula de los grupos se separó una mucha tronchaba las hojitas verdes que sacha alta, esbelta, hellamente pálida, lían al borde del camino y trepaba, con palidez de enferma: detrás de ella trepaba.
cogidos de la mano marchaban dos Allá lo lejos el cielo se manchaba niños cloróticos, Alacos y panzudos, con las columnas de humo de las llenos de paludismo y de miseria; piras que consumían los cadáveres llegaron a la puerta del cuartel y del día anterior: semejaba aquello allí pude observarla mejor: enrojeci. un incensario de muerte.
dos por el llanto los grandes ojos rasgados que circundaban grandes ojeras violáceas, ojeras de dolor, ojeras de insomnio, de hambre y Transcurrieron seis meses quién sabe qué más; un sargento la Una fanfarronada de calavera dijo un requiebro atrevido que hizo que nos valió un triunfo y costó una reir un cabo: avergonzada se dirigió decena de hombres a la patria me mí, suplicando permiso para des dió las charreteras de General y el pedirse del esposo y darle una ma comando de la Brigala.
dita de ropa Llovia. El día gris como de estaſio Sonó el toque de tropa; los regi semejaba un viejo triste: la fila de mientos alineados esperaban la últi. soldados parecía en la penumbra ma orden. El batallón se puso en brumosa una larga procesión de fanmarcha, el voluntario del día ante tasmas; envuelto en mi enorme carior besó la mujer amada y los pote cabalgaba en mi mula que arro hijos idolatrados. puso el fusil al jaba pringues de lodo los soldados hombro y siguió ents la fila sin sa entumecidos y medio desnudos. Reber dónde, sin saber por qué. EI gresábamos al pueblo; por entre las tambor sonaba lento, acompasado. ventanas medio abiertas, las mujemarcial: la bandera orgullosa azota res veían el paso de la tropa. Acamba el aire como el ala de un pájaro pamos.
extraño; un pilluelo encaramado so Dispuesto el servicio de vigilancia bre un árbol gritó un viva; la mula y dadas las órdenes del caso me ende un oficial estornudó.
tretenía ea desbaratar las tornasolaAl dar la vuelta en la última calle das burbujas que adornaban la espudel poblado miré hacia atrás, y allá, mosa superficie de una taza de cho lo lejos, confundida con las tropas colate hirviente, cuando llamó mi distingui la silueta de la aldeana y atención la gritería de los ordenan337 Kate documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano dal Sistema Nacional de Balotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.
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