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3840 PAGINAS ILUSTRADAS No hice ningún movimiento y esperé unos momentos. No cabía duda, sentia los movimientos de una persona que caminase en la oscuridad con mucho cuidado. Una silla se movió muy levemente y pude oir, en el silencio de la noche, la respiración agitada del intruso y los latidos de su corazón Todo quedó quieto por unos segundos y luego oi de nuevo el roce de la ropa y los silenciosos pasos del que en la oscuridad caminaba.
Bruscamente alcé la mano y di vuelta al switch de la luz eléctrica.
Antes de que hubiese tenido tiempo de reconocerlo, un hombre se lanzó sobre mí y tomó, entre sus nerviosas manos, mi cuello, Siguió una lucha breve, feroz, desesperada. La presión de sus manos me ahogaba; sentía mis ojos salirse de las órbitas y me faltaba el aire.
Pero la desesperación me dió fuerzas y de un vigoroso empuje lancé mi asaltante al suelo y mi vez empecé ahogarlo, Todo esto pasaba en la oscuridad, pues con la violencia del ataque, probablemente di demasiada vuelta al switch y sólo un instante brilló la luz.
Poco a poco cesaron los movimientos de mi adversario y fui aflojando la presión de mis manos. Entonces llamé, grité desesperadamente y en pocos momentos llegaron los sirvientes.
Cuando el cuarto se iluminó, pude reconocer por fin mi adversario.
Era. el principe de Liccio.
Antes de expirar, sobre mi propio lecho, me confesó la verdad.
El temor a la muerte le había impulsado a todo. El estuche, dijo, es una maravilla. Está construido de modo tan especial, que al cerrarlo de cierto modo, juega un doble fondo que oculta el anillo y deja, en su lugar, un depósito idéntico al que ocupa el anillo.
Sabia yo que algún día lo cerraria Ud. violentamente y esperé durante mucho tiempo, hasta que ocurrió lo que presumía y Ud. dió por perdido el anillo.
Recuperé junto con el estuche la preciada joya y sólo esperaba su muerte de Ud. que fatalmente debía ocurrir dentro de los sesenta dias, para gozar tranquilamente de la vida, cuando noté ayer que Ud. se apoderaba nuevamente del estuche. Entonces determiné introducirme en su cuarto y robar el anillo.
Ya sabe lo demás.
Media hora después expiraba el principe.
El anillo está hoy en un lugar secreto que yo solo conozco.
LEÓN FERNÁNDEZ GUARDIA
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