Guardar

PÁGINAS ILUSTRADAS 3865 El dia que mi tía Francisca, la mayor de mis dos abuelas, estaba de mejor humor, que siempre era una pascua, abría un enorme armario de caoba con obras de talla de inequivoco gusto, era para mi dia de fiesta. El olor que dejaban los periódicos zahumerios de alhucema y mirra diluido en las emanaciones de almizcle que envuelto en papelitos conservaba sin menoscabo ese archivo de vejeces y que se difundía por la alcoba apenas se abrían las pesadas hojas del armario, me deleitaba y era como un incentivo mi curiosidad siempre viva por ver lo que tantas veces había visto.
La buena y paciente tía, con verdadera unción, iba sacando pieza por pieza de unas cajas de cartón en donde las tenía cuidadosamente acondi.
cionadas, dándome detalles de cuáles de sus mayores las habían lucido.
Ya eran unos gregüesces, ya el calzón de seda color de pulga que estrenó su abuelo cuando la jura de Carlos IV, va la vara de alcalde mayor de su padre, el chaleco la Luis XV, todo bordado de oro y sedas, una peluca bien conservada, los zapatos de hebillas de oro, un tricornio, la casaca de paño de San Fernando con que su padre recibió Bolívar, y hasta las rodilleras de acero que esos viejos, tan celosos de su honra como de su apostura, usaban para dar mis firmeza y elegancia las piernas. en fin, los cachibaches de antaño, por todos los cuales tenia yo veneración y respeto tan profundos, que no me atrevía ni tocarlos, aunque ya más entrado en años me sirvieron para ir muy orondo un baile de máscaras.
Ahora, los comentarios y noticias que la abuelita hilaba como para darme lecciones de arqueologia y cultura social, no son para contados, los cuales me sugestionaban hondamente.
Todas esas reminiscencias se agrupan mi mente cada vez que algun amigo encariñado con todas esas cosas que huelen polilla, me refiere algo de lo que en Costa Rica ocurria alla por los años que limitan la media centuria pasada, que para Costa Rica es tiempo viejo medioeval, por más que todo sea hov, ayer mañana en este maremagnum del tiempo.
Era famosa, ahora unos 33 40 años, la posada que doña Narcisa Batemberg tenia instalada en la casa que acaban de derribar los hermanos Rodríguez para levantar una elegante bodega para su afamada Ferreteria.
Alli se hospedaba lo más granado de la gente de provincias y se da ban cita en las noches los amigos de cenas y comilonas, porque es fama que doña Narcisa se pintaba para complacer sus parroqianos, por el aseo de su servicio y lo sabroso de los condumios.
Ayu daba a doña Narcisa como subjefe de las faenas caseras, más bien que como sirvienta, la señora madre de Juan Cañas, mozo apuesto y dili gente, aunque de condición humilde, cuidaba con esmero de su persona, como que siempre llevaba su chaqueta de paño sin una sola mancha, intachables el cuello y la pechera de la camisa, y sus botines bien lustrados. Era inteligente y decidor y muy bien quisto y popular en todos los círculos sociales de entonces por su modo de ser insinuante y servicial.
IS 12

    Notas

    Este documento no posee notas.