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PÁGINAS ILUSTRADAS 3877 El barpa misteriosa Cuento de Teodoro Koerner.
Traducido del alemán para Páginas Ilustradas. por Alberto Brenes Córdoba.
El secretario de una agencia de negocios, Eduardo Sellner, vivia con su joven esposa, en plena luna de miel. Ni el cálculo, ni una pasioncilla efimera, habían sido la causa de su enlace, sino un afecto sincero y hondo, probado durante varios años. Aunque hacía mucho tiempo que se conocían y trataban, habíase retardado la unión causa del estado poco favorable de los asuntos financieros de Sellner.
Llegó por fin la deseada oportunidad, celebróse el matrimonio, y la feliz pareja se instaló en su nuevo hogar. Después de los días de agitación, felicitaciones y fiesta de familia, pudieron entregarse sin reserva, en una hermosa tarde, las dulces confidencias y la formación de artísticos planes para lo futuro, pues ambos eran aficionados a la música: ella tocaba el harpa y él la flauta, con bastante perfección. En los ratos que les quedaban libres se entregaban con entusiasmo al ejercicio de su arte favorita, deslizándose entonces el tiempo en un tranquilo bienestar, que era como presagio de futura dicha.
Mas una tarde después de haberse entretenido con la música, comenzó Luisa quejarse de dolor de cabeza. Por la mañana había sentido ya una indisposición semejante, que no quiso comunicar a su esposo por temor de alarmarle, y más tarde se produjo una ligera fiebre, que aumentó con la excitacion de la música y tal vez causa de que ella padecía desde muy joven de debilidad nerviosa. Ya no pudo ocultar más tiempo su indisposición a su esposo, quien se apresuró enviar por el médico. Una vez que éste se hubo enterado del caso, informó que la dolencia era de poca importancia y que al siguiente día habria desapare dodo por completo. Sin embargo, después de una noche de desasosiego y en que estuvo delirando, halló el médico a la pobre Luisa en situación alarmante y con pronunciados síntomas de una fuerte fiebre nerviosa: Aunque se pusieron en juego todos los recursos de la ciencia, la enfermedad tomaba cuerpo cada vez. Sellner estaba inconsolable. Hacia el noveno dia comprendió Luisa que érale imposible resistir más tiempo la enfermedad y así se lo expuso. Con tranquila resignación esperó la enferma el fatal desenlace. Querido Eduardo dijo a su esposo, mientras que por última vez le estrechaba entre sus brazos. con profunda tristeza me voy de este hermoso mundo en donde tu lado halle la
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