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16 PÁGINAS ILUSTRADAS algún tauto alquimista según aseguraban las malas lenguas. Si llamó poderosamente la atención que no se volvió ver al baronett en ninguna parte. Desapareció tan completamente que se supuso que habria perecido también al propio tiempo que su amada. Pero siempre quedo esto en el misterio. Lo que nadie supuso, porque para ello no habia motivo es que la muerte de la cbella Stella ocultara un crimen espantoso y original.
Hace algunos meses la muerte de un coleccionista original que vivió ignorado en San José, se puso a la venta una porción de ebjetos de los coleccionados por él.
Por mi parte adquiri un escritorio finisimo de estilo colonial y algunos cuadros.
Como el mueble necesitara una reparación en unas gavetas y ponerle nuevas cerraduras lo confié a uno de nuestros más hábiles ebanistas con la recomendación de que cuidara mucho de la obra. Al siguiente día se presentó el artesano en mi casa y al examinar el mueble, con la práctica adquirida durante tanto años de labor sospe.
chó la existencia de un depósito secreto y me lo manifestó enseguida.
Efectivamente, al poco batallar, extrajo de un escondijo perfectamente disinulado, un cajoncito de madera formado por piezas de diversos colo.
res y de formas geométricas, igual a esas alcan.
cias de fabricación japonesa china y que no tienen clavos, tornillos ni cerradura.
Abierta esa caja, debajo de una capa de algo.
dón en rama y envueltos en finisimo papel de seda aparecieron sucesivamente primero una minintura al óleo en la que inmediatamente reconocía la bella Stella. Además, unos guantes de cabritilla con ocho botones de oro, unas pulseras de ônice cuajadas de brillantes, un pañuelo de finisima batista y, en el fondo, un cuaderno con este titulo: Mi confesión.
Referir la impresión que me causó aquel hallazgo, seria imposible. La lectura del manuscrito fué una revelación espantosa. Allí estaba la clave del misterio de la muerte de la bella Stella y del Baranett. He aqui el manuscrito que copio en su parte esencial suprimiendo úni camente lo que se refiere al maravilloso invento del Doctor Ahss porque no juzgo prudente dar. conocer en todos sus detalles la terrible inven sión que trastornaria al mundo. Dice asi: Yo Marcus Alphonsus Ahss juro por lo más sagrado, por el Pentagrama, por el Tetragrama sublime que lo que voy revelar es la verdad, sólo la verdad y toda la verdad. No sé si sobre.
viviré a la experiencia final y quiero que quien descubra este manuscrito trasmita al mundo el gran secreto que he descubierto, tan poderoso, tan tremendo, que con él podrai conmoverse hasta en sus cimientos el globo terráqueo; podra destruirse y reconstruirse el Universo, es el fit lux del Génesis; el Rota, el Inris de los Ocultistas: es el «Od y el «Ab de los Gnosticos y la misteriosa «G» de la estrella flameante de los Masones!
Cómo llegué a descubrir tan terrible secreto Después de estudiar durante larguísimos años, cuando la vejez empezó entorpecer mi cerebro, cuando ya desesperaba, se presentó la solución de un modo ficil, sencillo, claro.
Stella es no solamente vi pupila sino que es mi sobrina también. Sus padres murieron hace largos años y yo la eduqué y la crié. Nunca crei que al cabo de la vejez, una pasión avasalladora viniera cambiar para mí la faz del mundo.
Sí, he sido un viejo loco imbécil que pasé los años de mi juventud y de la edad madura persiguiendo ideales científicos: la cuadratura del circulo, el movimiento perpetuo, la piedra filosofal, la transmutación de los metales y cien problemas más ocuparon mi mente, devoraron mi juventud, aniquilaron mi virilidad. De todo ello, sólo consegui fabricar el oro. Si, ese secreto poseido por pocos, muy pocos hombres, yo lo redescubri. La transmutación es un hecho y esto explicará la fuente inagotable de mis riquezas, pero su revelación me está vedada!
Cuando comprendi que el amor se habia en tronizado en mi corazón; cuando me convenci de que amaba Stella, procure combatir ese disparate, quise olvidar, me sumergi en nuevos calculos, en experiencias más difíciles, busque el arcano de la vida y de la muerte. Pero nada conseguí sino exacerbar mi pasión.
Por fin, un día, dia fatal, expuse el estado de mi corazón mi sobrina. Ella me oyó con calma, no me interrumpió y cuando hube terminado, cuando con frases de fuego hube hablado, cuando conoció mis luchas, mis desesperaciones y mis esperanzas, niuy dulcemente, con sangre fria admirable trató de razorar, de convencerme de la imposibilidad de aceptar mi amor. Estaba comprometida con el Baronett y esperaba su re.
greso de un viaje una mina recientemente des Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica

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