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que ofrece a la sociedad los productos necesarios para su nutrición. Es una tarea que merece el aprecio y estima agradecida de todos, lo cual es un reconocimiento a la dignidad de quien de ello se ocupa.
Es un merecido tributo de reconocimiento que el Papa quiere expresaros ya que sois acreedores por parte de la sociedad. Gracias Campesinos por vuestra valiosa aportación al bien social. La humanidad os debe mucho. Podéis sentiros orgullosos de vuestra contribución al bien común.
Una dignidad que puede y debe acrecentarse con la contemplación de Dios que favorece el contacto con la naturaleza, reflejo de la acción divina, que cuida de la hierba del campo, la hace crecer, la nutre y fecunda la tierra, enviándole la lluvia y el viento, para que alimente también a los animales que ayudan al hombre, como leemos al principio del Génesis.
Por parte vuestra, responsables de los pueblos, clases poderosas que tenéa a veces improductivas las tierras que esconden el pan que a tantas familias ta ta: la conciencia humana, la conciencia de los pueblos, el grito del desvalido sobre todo la voz de Dios, la voz de la Iglesia os repite conmigo: no es justo, es humano, no es cristiano continuar con ciertas situaciones claramente injus tas. Hay que poner en práctica medidas reales, eficaces, a nivel local, naciona e internacional, en la amplia linea marcada por la Encíclica Mater et Magista (parte tercera. es claro que quien más debe colaborar en ello, es quien más puede.
El trabajo del campo comporta dificultades no pequeñas por el esfuerzo que exige, por el desprecio con el que a veces es mirado o por las trabas que encuentra, y que sólo una acción de largo alcance pueden resolver. Sin ello, continuará la fuga del campo hacia las ciudades, creando frecuentemente problemas de proletarización extensa y angustiosa, hacinamientos en viviendas indígenas de seres humanos, etc.
Un mal bastante extendido es la tendencia al individualismo entre los trabajadores del campo, mientras que una acción mejor coordinada y solidaria podría servir de no poca ayuda. Pensad en esto, queridos hijos.
Amadísimos hermanos e hijos: trabajad en vuestra elevación humana. Peru no os detengáis ahí. Hacéos cada vez más dignos en lo moral y religioso. Ne abriguéis sentimientos de odio o de violencia, sino que mirad hacia el Dueño y Señor de todos, que a cada uno da la recompensa que sus actos merecen La Iglesia está con vosotros y os anima a vivir vuestra condición de hijos de Dios.
unidos a Cristo, bajo la mirada de María nuestra Madre Santísima. pesar de todo ello, el mundo campesino posee riquezas humanas y religiosas envidiables: un arraigado amor a la familia, sentido de la amistad, ayuda al más necesitado, profundo humanismo, amor a la paz y convivencia cívica, vivencia de lo religioso, confianza y apertura a Dios, cultivo del amor a la Virgen María y tantos otros.
El Papa os pide vuestra oración y os ofrece la suya. al bendeciros a sotros y a vuestras familias, se despide de vosotros con las palabras del Apósto San Pablo Llevad un saludo a todos los hermanos en el ósculo santo. Senes to una llamada a la esperanza. Así sea. 8 88 Box

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